A una escuela secundaria pública se le confían millones de dólares en inversión pública para apoyar la educación de sus estudiantes. En la mayoría de los estados, gran parte del presupuesto proviene del gobierno estatal mediante dotaciones por estudiante, basadas en el número de alumnos matriculados y que varían por estado y localidad. Cada estado aplica su propia fórmula para determinar la financiación básica para estudiantes, mientras que los distritos locales pueden suplementar dicha cantidad.

También hay fondos públicos adicionales de organismos federales y estatales o de fuentes locales. En promedio, menos del 10% de la financiación de una escuela proviene de fondos federales, aunque estos dólares pueden ser especialmente importantes: la financiación federal contribuye a la educación especial, almuerzos escolares y ayudas suplementarias para escuelas con necesidades mayores mediante el Programa federal de Título I. Puede que los estados y los municipios tengan programas similares que suplementen la financiación por encima de la cifra mínima por alumno.

Cada fuente de financiación está ligada a estrictas directrices y limitaciones, pero la mayoría es más flexible de lo que la gente piensa. Puede que también haya exenciones a ciertas restricciones si la escuela tiene una razón de peso.

El control financiero varía, dependiendo de la organización y administración de una escuela: 

• Si una escuela es parte del sistema de distritos escolares, el control de sus finanzas lo lleva el consejo escolar y los funcionarios del distrito locales. 
• Si una escuela es parte de una Organización de escuelas chárter (CMO), del control de sus finanzas se encarga la junta y los administradores de la CMO.
• Si una escuela es una escuela chárter independiente, el control de sus finanzas recae sobre el consejo de administración de dicha escuela.

Una vez que la escuela ha establecido un plan financiero, necesitará gestionar sus finanzas con cuidado—una responsabilidad que requiere precisión, capacidad y la rendición de cuentas. Cada escuela necesita a alguien, que suele ser el director o subdirector, que conozca el presupuesto al dedillo y pueda realizar transacciones cotidianas típicas del funcionamiento diario de cualquier centro. (Algunas escuelas contratan a un director financiero o perfil parecido para administrar las finanzas). Esta persona también necesita estar familiarizada con la normativa financiera de las escuelas públicas, el calendario de presentación de informes y los procesos de auditoría de su estado y localidad. El departamento de educación de cada estado tiene estos documentos disponibles para su consulta.

También es importante que otros miembros de la comunidad escolar—el equipo directivo, los maestros, las familias, incluso los estudiantes— conozcan bien el presupuesto. Así podrán ayudar a establecer prioridades y preguntar cómo se reparte el presupuesto con conocimiento de causa.