Apoyándose en un gestión cuidadosa y una cierta flexibilidad en los fondos, las escuelas a menudo pueden encontrar maneras de combinar fondos de varias fuentes para apoyar su programación innovadora. Quizá una subvención estatal de formación de fuerza laboral pueda posibilitar acuerdos de colaboración con empresas locales. Quizá serán servicios sociales y de salud para los estudiantes mediante colaboraciones con agencias locales. Puedes incluso ofrecer y financiar programas deportivos y artísticos, acceso tecnológico y orientación universitaria y vocacional mediante asociaciones externas. Hay muchas posibilidades y todas requieren la coordinación de la escuela, que a su vez necesita apoyo administrativo y financiación.

Las escuelas más ingeniosas cultivan una red de asesores, colaboradores y benefactores en sus comunidades—personas que conocen bien la escuela y que están preparadas para ofrecer consejos y aportar contactos y recursos. Las escuelas chárter a menudo atraen a este tipo de personas a sus juntas, pero cualquier escuela puede crear una junta consultiva. Precisamente, una junta consultiva potente frecuentemente incluye a personas que pueden ofrecer asesoría y soporte en especie en comunicaciones, recaudación de fondos, asesoramiento legal, planificación estratégica, bienes raíces y otras áreas—aspectos todos que ayudan a una escuela a adaptarse a circunstancias cambiantes y a mantenerse resolutiva y fuerte cuando surgen desafíos. También son muy relevantes las personas que están bien conectadas localmente, con la comunidad empresarial, los proveedores de salud médica y mental, universidades y otros centros de educación superior, organizaciones de apoyo a los jóvenes e instituciones culturales y altruistas.

Contar con amigos y contactos comprometidos puede ayudar a una escuela a estar al tanto de oportunidades de financiación de firmas, fundaciones y donantes individuales locales. Algunas escuelas solicitan donaciones con cierta regularidad de sus benefactores, celebran eventos de recaudación de fondos anuales u organizan campañas para apoyar gastos extraordinarios de una sola vez. Las familias y los voluntarios comunitarios suelen ayudar con la logística, gestionando listas, investigando y redactando propuestas. Cada una de estas actividades conlleva mucho trabajo y es aquí donde un comité de desarrollo activo, incluyendo tanto a personal de la escuela como a un ramillete de colaboradores y aliados en la comunidad, puede ser de enorme utilidad.