Proporcionar oportunidades para que los estudiantes aporten a la comunidad puede transformar las maneras en que los jóvenes participan—dentro y fuera de clase. Por otro lado, las experiencias comunitarias positivas mejoran la participación y el rendimiento académicos. Y los adultos se benefician al ver que los jóvenes son capaces de lograr mucho más de lo que ellos hubieran imaginado. En todo el país, los estudiantes están liderando iniciativas para idear soluciones a problemas locales y globales—desde las injusticias raciales al cambio climático, pasando por la violencia por armas de fuego y la inseguridad alimentaria.

El aprendizaje mediante servicios suele combinar la integración de los estudios académicos con unos servicios comunitarios de peso. Va mucho más allá de la limpieza de parques locales y la distribución de folletos. Una participación activa y relevante significa detectar problemas, diseñar soluciones, gestionar proyectos y dirigir equipos. Es con proyectos como estos que los adolescentes pueden tener un impacto verdadero en sus vidas y las de otros. Y su participación es más importante hoy que nunca, a medida que nuestra sociedad y economía se recuperan de una pandemia global.

Las investigaciones sugieren que el sentido de autonomía de los estudiantes en el mundo se correlaciona con un mejor desempeño académico. Las encuestas a estudiantes de los grados 6 a 12 en el Quaglia Institute for School Voice and Aspirations muestran que los estudiantes que tienen una gran motivación y determinación son más proclives que otros a afirmar que están altamente motivados académicamente. Ver cómo sus ideas, opiniones y actitudes pueden tener un impacto positivo en el mundo, empezando por su propia escuela y localidad, puede ser un poderoso impulso en la experiencia de aprendizaje de los jóvenes.

“Puedo ver a los jóvenes marcando el paso por primera vez en mi vida.”

Nyliah Morrison, una estudiante de Brooklyn Laboratory High School, sobre su participación en March for Our Lives en marzo de 2018