Las experiencias educativas valiosas se pueden dar en casi cualquier entorno. Los estudiantes pueden aprender mucho de los adultos que no son maestros en el sentido tradicional, pero que se han comprometido a trabajar y compartir su experiencia con los jóvenes.

Los estudiantes de una clase de empresariales en la escuela Elizabethton High School de Tennessee, por ejemplo, reciben coaching personal de líderes empresariales locales para desarrollar sus ideas de producto. En la ciudad de Nueva York, el programa ExpandED Options permite a adolescentes hacer prácticas profesionales en organizaciones comunitarias tras la jornada escolar, entre semana o los fines de semana. Aquí, pueden recibir créditos académicos y adquirir una experiencia que puede desembocar en trabajos de verano. College Track emplea a profesionales voluntarios con otro planteamiento: en nueve comunidades de América, forman a voluntarios para proporcionar a jóvenes de comunidades marginadas el soporte académico, formación directiva y asesoramiento financiero que necesitan para asistir y graduarse de la universidad. 

Está claro que los límites escolares cada vez son más porosos y que se expanden más allá de las aulas físicas, hacia la comunidad local y los espacios virtuales. Se pueden establecer alianzas con universidades, organizaciones científicas y artísticas, organismos de desarrollo juvenil y compañías. Las escuelas pueden ofrecer nuevas oportunidades para todos los jóvenes redefiniendo dónde se puede enseñar y aprender.