Un líder efectivo aporta a una escuela unas innovaciones bien meditadas y canaliza una mejora continua para que todos triunfen en sus cometidos.

Un liderazgo efectivo es el elemento más relevante en una escuela próspera, vibrante y bien dirigida. Los mejores líderes escolares realizan muchas y muy distintas tareas, promueven el liderazgo en otros y trabajan de manera colaborativa con todo el personal para impulsar el éxito sostenido de todo el entorno.

Los grandes líderes escolares son visionarios y pragmáticos a la vez. Establecen objetivos claros de excelencia y equidad y, en paralelo, se aseguran de que cada estudiante reciba una educación de primer nivel. También son buenos gestores. Saben delegar responsabilidades con mentalidad estratégica y se aseguran de que todo el puzle operativo ⏤horarios, dotación de personal, espacio y dinero⏤ encaje y mantenga un tono positivo y constructivo. 

Los líderes escolares son embajadores que canalizan recursos, forjan alianzas y se ponen en contacto con colaboradores potenciales al tiempo que atraen a familias, cuidadores y vecinos. Conocen al detalle el proceso de contratación en sus distritos o localidades y saben dónde pedir consejo. Tienen un profundo entendimiento de la docencia y una visión educativa que se ajusta a las diversas necesidades, objetivos, intereses y experiencias de los estudiantes. Conocen bien los programas de educación para adultos  y fomentan un entorno de crecimiento para sus maestros y otros empleados.

Todo el mundo prospera cuando una escuela funciona como un reloj. Un líder eficiente motiva a otros a asumir funciones de liderazgo e inspira a todos a dar lo mejor de sí. La tarea de un líder escolar nunca es una misión solitaria.