Una misión bien articulada ayuda a cada miembro de una comunidad escolar a comprender qué es el “éxito” para cada estudiante y a colaborar para conseguir objetivos a corto y a largo plazo.

Una de las responsabilidades fundamentales de un director es hacer que la misión de la escuela cobre vida. Pero ni el líder más capaz puede lograr una misión solo. La escuela entera tiene que unirse para reforzar su objetivo y sus principios por medio de sus valores y desempeño. Un director eficiente crea estructuras dentro de las cuales otros puedan liderar y contribuir.

El personal de la escuela necesita oportunidades para cultivar su compromiso común mediante cursos profesionales y colaboración. Por ejemplo, pueden analizar los datos del rendimiento del estudiante, realizar intervenciones que ayuden a solucionar problemas y experimentar con nuevos planes de estudio y programas. 

Los estudiantes necesitan oportunidades para desarrollar una cultura de compañerismo inclusiva que permita destacar y esté conforme con la misión y la identidad de su escuela. Este compromiso continuo ayuda a la escuela a mantenerse firme sobre la senda correcta, centrada en sus más altas aspiraciones y en el potencial de cada estudiante. 

Una misión clara también ayuda a los miembros y colaboradores de la comunidad a reconocer lo que pueden hacer para contribuir de manera sustancial al éxito y sostenibilidad de una escuela.

“La función de un líder creativo no es tener todas las ideas, sino más bien crear una cultura donde todo el mundo pueda tener ideas y sentirse valioso”.

Sir Ken Robinson — (On the Principles of Creative Leadership)